miércoles, 2 de abril de 2008

Y ahora, ¿qué...?

Pues eso era lo que estaba pensando cuando me monté en el coche de Hiroyuki, porque así se llama el compañero de entrenamiento que me vino a buscar, puntual como un reloj a las 10:30. Entré, saludé y nos pusimos en camino. A él le cuesta hablar en inglés, pero se le entiende bien, aunque tarda en hacer una frase media eternidad, por lo que le dije que mejor en japonés que así yo también practicaba. Ya no me acuerdo de que hablamos, bueno de algo sí, de la explicación que me dio sobre el nombre del equipo: old stars, nombre yanqui que viene significando estrellas viejas, título bastante apropiado ya que somos una buena panda de carcamales. Llegamos al pabellón en menos de 15 minutillos, aparcamos y según bajaba del coche ya me encontré con otro compañero, que no sabía muy bien como saludarme, si darme la mano o la mítica referencia; yo se lo puse fácil, le di un abrazo, un par de palmadas en la espalda y dos besos..., (uso da!), pues si es mentira, solo le di la mano. Entramos en el pabellón, bastante grande, dejé las zapatillas en la entrada y seguí a Hiro hasta una sala donde estaba el resto de la panda. Todos estaban recostados en unas sillas tipo ofcina, rodeando una mesa de madera; tenía pinta de que aquella sala era la administración del garito, cosa que me expliqué al enterarme que algunos compañeros del equipo son los encargados de la competición, ya que recolectaban la pasta del resto de los equipos que ya andaban por ahí.

Con esto eran las 11:00 pasadas, por lo que la gente empezó a quitarse el chandal, ya que todos llevaban la equipación debajo de la ropa. Visto el panorama pues pensé ennirme a la grada, pero en ese preciso instante el entrenaor se me acercó y me dio una bolsa, haciendo gestos para que me pusiese lo que había dentro, que no era otra cosa que la equipación; en ese momento ya asumí que tocaba pachanga.

A toda prisa me metí en un cuarto anexo para cambiarme, ya que por aquí el concepto de vestuarios todavía no calado, me puse las zapatillas y salí a la cancha, bueno en realidad a las cancha, ya que era un pabellón amplio con varias pistas. Como ya era tarde me puse a calentar todo lo bien que pude, estirar lo políticamente correcto, un par de entradas a canasta y a jugar. El otro equipo eran más jóvenes, cosa que tampoco es muy difícil, chavales de entre 18 y 23, bastante paquetes, pero que corrían como posesos. Yo era posiblemente el más alto de todo el pabellón, aunque había algunos chavales altos, pero más bien tirando a blanditos, cosa que compensaban pateando como locos. Empezó partido, yo estaba en la banqueta, pero entré acabando el primer cuarto. Hay un dicho que dice: la primera siempre en la frente; pues yo no iba a desmerecer al refranero español, por lo que lo cumplí al pie de la letra: nada más salir a la cancha, nos tocaba atacar, y al base de mi equipo solo se le ocurrió darme un pase que fue a parar directamente a mi cabeza, propiciando e contrataque y la canasta rival (eso si que es estrenarse con estilo y el resto son tonterías). No fue tampoco muy decisivo, ya perdíamos de 20...; se me olvidó comentar que somos más malos que una anémona haciendo encaje de bolillos. El partido pasó sin pena ni gloria; tras el ridículo inicial jugue todo el segundo cuarto, y más o menos lo mismo pasó en la segunda parte. El resultado final fue más o menos 45 a 60, y para levar dos meses sin hacer nada, más o menos pude aportar algo (hacer tapones aquí no cuenta porque no es mérito).

Nada más abar el partido volvimos arrastrándonos hasta la sala administrativa, y con rostros desencajados nos tiramos en las sillas. Minutos después uno de los compañeros apareció con una bolsa llena de onigiri (triangulitos de arroz con rellenos varios, rodeados de alca desecada, mu ricos), y varias botellas de agua y te.

Bueno, hasta aquí la segunda parte de la batalla del domingo, mañana más que queda la mejor parte.

Dicho esto, adios, salud y república.

2 comentarios:

laparca dijo...

¿¿Pero es qué no sabes que es mejor controlar con el pecho que con la cabeza??

Ya verás como en un par de partidos más te conviertes en la estrella del equipo, serás su Gasol particular.

Mola eso de que sean bajitos, facilita mucho las cosas :P

Alberto Valencia dijo...

Bueno, bueno, no está mal. Rematando la bola en el área pequeña... jejejejejejeje. No pasa nada, a todos nos ha pasado algo así (ejem... es por consolar). Por lo menos juegas un poquito y si te invitan más a menudo puedes hacer algo de deporte.
Si, corteses y pequeños, es una buena defición.

Cuidado con la rodilla, no te la fastidies más de lo que está.

Un saludo.